Aproximadamente en julio de 1985 comencé a vender mariscos de forma ambulante junto a mi hermana Lolita,
al principio yo le ayudaba a vender y al poco tiempo ella me prestó ¢200 para que comenzará a trabajar
independientemente. Luego me trasladé a vender a Ciudad Merliot, viajaba desde Apopa y pasaba comprando
al mercado La Tiendona, en ocasiones me bajaban de los buses por el olor a mariscos y decían “Ahi viene
la señora del pescado”, asi que me tocaba esperar hasta que pasara alguien que quisiera llevarme. Fueron
comienzos difíciles ya que cuando la clientela crecía era más carga la que debía llevar.
Años después me ubique en una plaza contiguo a la Iglesia Nuestra señora de la Paz y cuando construyeron
el Mercadito nos entregaron 1 puesto a cada uno. Para ese entonces en el mercadito no se vendía, por eso
me iba a vender a las colonias vecinas y dejaba a mis hijas en el negocio, que para entonces, sólo era
un puesto de Marisco Fresco. Muchas personas optaron por cerrar pero yo tenía la firme esperanza de que
un día todo cambiaria.
Un día un cliente me preguntó: “-Niña Maurita, ¿Cuando sucedió el milagro? Y yo le respondí, -El milagro
sucede cada día, por esa oportunidad que Dios nos da de trabajar y el deseo de luchar y superarse, junto
a una familia unida ante la adversidad”.
Hoy, contamos con nuestro segundo restaurante en Paseo El Carmen y estoy agradecida con Dios por haberme
permitido llegar tan alto. Ahora es tarea de mis hijos, hijas, y nietos seguir con este patrimonio y
llevarlo al siguiente nivel. Yo como siempre, estaré junto a ellos brindandote una agradable sonrisa y
una experiencia sin igual.
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